La criatura más esponjada, curiosa y tierna vive en los Andes del país. El oso de anteojos lleva su nombre debido a los pelitos negros y blancos que rodean sus ojos, dándole la apariencia de llevar lentes.
Los ositos suben a los árboles, a más de 20 metros de altura, guiados por el olor del aguacatillo: para ellos es tan dulce que caminan hasta 30 kilómetros para encontrar este fruto. En la reserva Maquipucuna, del Chocó Andino, aparecen con más frecuencia en la época seca, porque es el momento cuando hay más frutas para comer.
Su belleza está en su libertad; de hecho, no hay registros de ataques violentos a humanos por parte de este animalito. Además, al ver a los humanos suelen retirarse.
El oso de anteojos es un animal sagrado para diferentes pueblos y nacionalidades, porque lo consideran como el vínculo entre el cielo y la tierra, un hermano o mediador entre el bien y el mal.
Y pues, hay varias razones para considerarlo como un ser mágico. Ver un oso significa vida y salud para el lugar donde habita. El mamífero dinamiza la vida de los bosques, ya que por su dieta y largos viajes, Los ositos suben a los árboles, a más de 20 metros de altura, guiados por el olor del aguacatillo: para ellos es tan dulce que caminan hasta 30 kilómetros para encontrar este fruto.de las semillas de los bosques. Además, cuando corta las ramas para buscar alimento, riega los frutos y da alimento a otros animales.
Pero su ayuda e importancia va más allá. Ellos son el paraguas y símbolo de la conservación de la biodiversidad. Ayudar al osito implica beneficiar al páramo, los bosques de niebla y decenas de otras especies que comparten el espacio donde viven. De hecho, cuidar sus hogares significa cuidar las fuentes de donde sale el agua que consumimos los quiteños.
Sin embargo, la minería, el tráfico de especies y la tala de los bosques ponen en peligro la vida del oso andino. Un estudio efectuado por la Universidad San Francisco de Quito concluyó que en el cantón ya solo quedan 50 osos. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza catalogó al oso de anteojos como una especie vulnerable y amenazada con la extinción.